Una estrella de Hollywood con un pitillo en la mano ha sido una de las potentes armas que las tabacaleras han utilizado a lo largo de la historia para captar nuevos fumadores y aumentar sus beneficios. Ahora, una investigación realizada por expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de California confirma que las compañías tabacaleras pagaron millones de dólares a las estrellas cinematográficas de los años 30 y 40 que exhibían el cigarrillo. El estudio, publicado ayer por la revista médica británica British Medical Journal determina que la presencia de escenas de fumadores en muchas películas de hoy tiene su origen en estos contratos que se les hacía a los artistas.
Unos 200 actores, de los cuales más de una treintena fueron de los más renombrados de la época, ganaron dinero extra sosteniendo entre sus dedos un pitillo. Marcas como Lucky Strike, Chesterfield o Camel fueron apoyadas por famosos como Clark Gable, Spencer Tracey, Joan Crawford, John Wayne y Bette Davis. Hasta 5.000 dólares al año, que se traducen en 75.000 dólares actuales ( 51.251,79 euros) podía a llegar a ganar un actor si firmaba un contrato con una tabaquera.
El gasto de la industria del humo en caras famosas fue sin duda desorbitante, pero, a juzgar por la inversión, los beneficios que obtenían debían ser aún mucho mayores. Los expertos de California señalan que American Tobacco pagó, a finales de los años 30, unos 218.750 dólares, que equivalen a 3,2 millones de dólares de dinero actual (2,18 millones de euros), a los actores que promovieron los cigarrillos Lucky Strike. La compañía Ligget & Myers, distribuidora de Chesterfield, gastó en 1946 el equivalente a 50 millones de dólares de hoy (34,17 millones de euros) en anuncios de Hollywood.
La presencia del tabaco continua siendo frecuente en los filmes actuales. Si bien es cierto que ante una mayor conciencia del perjuicio de fumar y una mayor presión de los sectores antitabaco la industria cinematográfica ha moderado la aparición de los cigarros en sus filmes, la tendencia parece aumentar en los últimos años. Una encuesta de la misma Universidad de California alertó el año pasado de que en un 75% de las películas actuales aparece alguien fumando. Varias iniciativas se pusieron en marcha entonces para evitar que el festival de humo se apodere del cine.
Hace poco más de un año, Disney se convirtió en la primera compañía en prohibir que los personajes de sus filmes aparezcan fumando. De hecho Hollywood se comprometió en mayo del 2007 a clasificar las cintas en función de si se fuma o no. Así pues, las imágenes de actores adultos fumando pasaron a ser consideradas, junto al sexo, la violencia y las palabras malsonantes, elementos para clasificar o no una película como apta para menores tras valorar si el filme ensalza al fumador y si el contexto justifica el pitillo.
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